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¿Cómo aplicar la pedagogía del movimiento libre en casa o en la escuela?

  1. Deja que aprenda por sí mismo:

Además de prepararles un entorno seguro y atractivo, que fomente el movimiento libre, debemos fijarnos y observar qué progreso hace el niño y qué materiales podemos prepararle para que los supere. Se trata de observar con detenimiento y no intervenir, dejar que el niño aprenda por sí mismo. Para ello podemos preparle actividades y obstáculos que fomenten su aprendizaje: por ejemplo, un triángulo de Pikler con rampa puede suponer un primer reto estupendo para que el niño trabaje la motricidad gruesa y aumente la confianza y seguridad en sí mismo cuando logre alcanzar la cima y superar ese obstáculo.

  1. Evita que los objetos impidan o limiten la libertad de movimiento:

La pedagogía Pikler aboga por no someter a los niños a situaciones donde se vea mermada su libertad de movimiento. Por ejemplo al meterlos en un cochecito, o en un andador. Los andadores no permiten la maduración de la cadera y someten al niño a una postura involuntaria y que en muchas ocasiones se anticipa a la maduración del propio niño llevando en un futuro a problemas posturales. Para conseguir que los niños disfruten aprendiendo y se muevan con facilidad, podemos preparar un espacio libre de peligros y otras distracciones. Para ello necesitaremos suelos cálidos, por ejemplo con alfombras y que además sean espacios seguros, alejados de peligro, donde el niño pueda moverse con soltura y libertad. Si optas por una alfombra ten en cuenta que no debería arrugarse ni deslizarse. Adereza el espacio con cojines, colchonetas y algún juguetito. Recuerda que las alfombras no deben arrugarse, ni deslizarse. 

  1. El apoyo y acompañamiento del adulto es fundamental

Como hemos dicho con anterioridad, la ayuda de los adultos es imprescindible en el aprendizaje. Pero es una ayuda más indirecta. Hablamos del papel fundamental de la observación y la supervisión, dejando aparcada la intervención para que el proceso sea completamente respetado (excepto si se da una situación de peligro real) Así el niño irá adquiriendo mayor confianza y seguridad en las propias capacidades. 

En la escuela nos encanta el triángulo Pikler y te contamos 5 razones para ello. 

¿Por qué necesitaría un triángulo Pikler?

Porque permite practicar a los niños las habilidades de desarrollo motor grueso y los desafíos físicos a su propio ritmo. Los bebés comienzan escalando hacia arriba de los peldaños a medida que logran plantarse y pueden aprender lentamente a trepar por sí mismos.

Con el tiempo puedes complementarlo con piezas adicionales como las rampas, el arco de escalada y el puente.  

Mi bebé ya está trepando por todo el mobiliario de casa. ¿Por qué querría otra pieza escalable más?

Precisamente, jugar con elementos Pikler ayudará a que el niño adquiera y desarrolle la conciencia física necesaria pero con una mayor garantía de seguridad, ya que estos elementos están diseñados para ello, y no la mesa de centro del salón de casa que tantas veces nos vemos obligados a retirar por el peligro que entraña. Así el podrá explorar sus límites motrices con absoluta seguridad. 

Te sorprenderá lo pronto que tu bebé querrá comenzar a jugar con el triángulo pikler. Podrá empezar a usarlo alrededor de los 6 meses hasta los 6 años.  ¿Conoces algún otro juego o juguete educativo que le pueda durar tanto? Sinceramente, creo que no encontrarás muchos. 

Tentará y experimentará al principio, hasta que descubra cómo subir al primer peldaño. Tú te mantendrás cerca… ¡pero sin cogerle! Como madre sé que este ejercicio puede resultar costoso, pero recuerda que estás ayudando a tu hijo a crecer. Permite que explore sus propios límites en tu presencia, con tu supervisión, pero sin intervención. Mantente cerca. 

Colócalo sobre una alfombra o superficie suave, aleja piezas duras, bordes y cantos. Aparte de esto tu trabajo consistirá en observar, ayudarle si te lo pide y tranquilizarlo si lo necesita. 

Aunque aún no sepa hablar, tu bebé pronto sabrá hacerse entender, y encontrará el modo de avisarte cuando esté listo para escalar o cuando se sienta incómodo o temeroso. 

Y prepárate, el momento en el que descubre cómo subir a la cima es un gran momento para él «Lo logré».  Los bebés en la escuela suelen reír a carcajadas las primeras veces que logran alcanzar uno de estos retos. Es alegría y asombro en estado puro. Es satisfacción infinita por su propia habilidad.

Pikler también apoya la concentración, la independencia e incluso la fuerza de agarre que se necesitará para acciones futuras. La fuerza de agarre es un desarrollo importante por muchas razones. Del entrenamiento de esa fuerza derivará la capacidad y habilidad de sostener cubiertos para poder alimentarse, colorear y algún día, sostener un lápiz correctamente cuando esté listo para aprender a escribir sus primeras letras. 

 

 


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