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El entorno: una condición para el desarrollo motor autónomo de pikler

El entorno: una condición para el desarrollo motor autónomo de pikler

El entorno óptimo es condición indispensable, pero la propia iniciativa del niño es la clave, el impulso dinámico del desarrollo. Un objetivo educativo en Lóczy en relación al desarrollo es desplegar el deseo de vivir y la curiosidad por el mundo. Por eso, en los encuentros cotidianos de los cuidados y de forma indirecta a través de la selección y disposición de los materiales, el bebé está en diálogo, en relación constante con el mundo preparado para él.

Destacan tres grandes ejes fundamentales en la investigación de Pikler: la cultura del profesional que mira el niño competente, la calidad estable del entorno y la observación. La imagen de niño activo desde el nacimiento, capaz de disfrutar de su propia actividad libre y espontánea, es la concepción más sencilla y a la vez más compleja que identifica la aportación genuina de Pikler al desarrollo motor.

Una cultura profesional en la aproximación pikleriana está relacionada con la palabra diálogo corporal que facilita el encuentro rico, minucioso y constante entre adulto y bebé. Hablamos de cultura porque el sistema de cuidados está estructurado por conceptos, normas de relación, procedimientos y actitudes basados en la teoría del vínculo afectivo, en las necesidades biológicas de nutrición e higiene del niño, y también en los principios cognitivos y evolutivos sobre la interacción bidireccional del bebé y su entorno. El adulto forma parte indispensable del entorno y de la formación social del bebé. Según Pikler, el cuerpo expresa necesidades y, también, formas culturales y afectivas que ha recibido no como objeto pasivo sino como verdadero interlocutor. El valor del diálogo corporal da una especial prioridad al entorno en el estudio del cuerpo y del movimiento diferenciando claramente esta perspectiva de las corrientes más conocidos de la psicología evolutiva.

 

El entorno es condición indispensable para el desarrollo autónomo de todo bebé y niño. Pikler sostiene una compleja organización de los factores indispensables para el bienestar del ser humano que tendrían en cuenta los aspectos siguientes:

• Estructura de la actividad cotidiana, estable y sostenible para el adulto y el bebé con sensación de libertad, de seguridad y confianza.

• Ambiente acogedor, seguro, variado y saludable (luz, aire, espacio y una vivencia larga del tiempo).

• Presencia constante de un adulto en los momentos de atención y cuidados y presencia con distancia durante la actividad libre y autónoma del bebé.

• Material adecuado en cada momento evolutivo, que incluye: aspectos de vestir, alimentación, juego, movimiento, etc.

Enmarcado dentro de las condiciones fundamentales, el proyecto de desarrollo sano de Pikler, el perfil y funciones del adulto y un perfil claro de la dinámica de relación entre ambos: adulto y niño. El adulto no ofrece al niño ningún estímulo especial orientado a generar un aprendizaje, sino que prepara el entorno y se funde en él. El adulto, lleno de las mejores expectativas, espera paciente la iniciativa del niño para entrar en diálogo con él. La comunicación niño-adulto y adulto-niño sólo se da, intensamente, cuando el profesional lo requiere, lo solicita, o en aquellos momentos cotidianos donde la ayuda del adulto es imprescindible para satisfacer las necesidades del bebé. Estas necesidades son tanto fisiológicas, como emocionales o culturales.

Añadimos el calificativo de entorno óptimo cuando este adulto, genera indirectamente la misma calidad de relación, seguridad, interés, etc. en el modo de preparación del espacio de juego y de actividad libre. El entorno interactúa y satisface necesidades inmediatas y evolutivas, necesidades individuales y cambiantes.

La observación es condición y objetivo a la vez, el puente metodológico entre la práctica y la investigación pikleriana. Para Pikler, hay que saber mirar al niño en la distancia adecuada, y también en la proximidad de la relación participativa. Describir minuciosamente es importante, pero compartir las observaciones con expertos significa tener opinión y que esta esté avalada en lo objetivamente observable. Significa aprender a debatir los procesos y las conductas observadas. Por eso, la estructura organizativa de la práctica pikleriana posibilita esta reflexión, garantía y condición indispensable del desarrollo satisfactorio del niño. Es envidiable el apoyo que reciben las educadoras que tienen el apoyo de un equipo de profesionales.

La observación de la educadora se va afinando en el debate y a través del trabajo en equipo. Sin duda la observación es el tercer requisito que destacamos. Lo que une la concepción cultural de competencia motriz de los bebés con el entorno adecuado que la posibilita. Conecta también la mirada del investigador y la de la educadora, puesto que ambos comparten la misma finalidad educativa.

 


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