El aporte de la neuroeducación
Durante los últimos años, la neuroeducación ha mostrado el interés de aportar más acerca de este tema. Ahora podemos clasificar las formas de los diferentes tipos de aprendizaje según los diferentes hemisferios cerebrales. Principalmente en l lado izquierdo funciona con un aprendizaje más lineal, organizado, secuencial y basado en los hechos reales. Sin embargo el hemisferio derecho procesa lo holístico, aleatorio, fantasioso y concreto.
El Doctor en neurociencia Francisco Mora nos reveló recientemente que el “cerebro necesita emocionarse para aprender”. La emoción es el impulso que mueve la curiosidad, la atención y, por tanto, nos permite el aprendizaje.
Una vez entendido esto, ¿Sabemos darle a la emoción la importancia que se merece en nuestro sistema educativo...?
Y no solo pensemos en las emociones de nuestros niños/as, sino también y primero de la de los adultos, la de profesores/as y maestros/as.
Durante los últimos años, la escuela se va adaptando a todos estos avances y la educación tradicional sigue predominando en las aulas.
Por ejemplo, si analizamos nuestra forma de memorización nos encontramos con que sólo retenemos un 10% de lo que leemos.
Como se puede observar en la imagen de la parte inferior, cuanto más activos estemos en el aprendizaje, mayor y mejor va a ser el mismo. En este mismo sentido, si nuestra actitud en cuanto al aprendizaje es pasiva la efectividad decae a niveles muchísimos más bajos.
A todo esto también se le suma que, cada uno de nosotros y nosotras estamos condicionados por muchos más factores que nos rodean. Estos factores pueden ser motivacionales, ambientales, de nuestra personalidad, actitudinales, relacionados con nuestras habilidades, entre otros. Las clasificaciones vistas desde cada uno de estos elementos pueden ser casi infinitas.
En esta pirámide se plasman las capacidades de retención que solemos tener de media:
¿ Como nos plantemos el aprendizaje? ¿ Creamos los espacios adecuado para ello?